
Control del turbocompresor:

El consumo de aceite:
Los turbocompresores giran a más de 150.000 rpm, montados en rodamientos de
precisión que necesitan un flujo constante de aceite, no sólo para lubricarlos
sino también para reducir el intenso calor que se transmite a lo largo del
eje.
Si el flujo de aceite se ralentiza, el calor puede causar que se queme, lo que
produce partículas de carbón que dañan los cojinetes. Esto causaba problemas en los motores más antiguos, cuando se cerraba el
contacto: el calor del turbo quemaba el
aceite, producía residuos y éste dañaba los cojinetes en la siguiente puesta en
marcha.
Intercooler:
Para obtener el mejor rendimiento de la combustión, el aire que entra al
motor debe estar frío. Sin embargo, el calor del
turbocompresor, así como el hecho de que está siendo comprimido, aumenta la
temperatura del aire, por lo que antes de que entre en el motor, se
dirige hacia un refrigerador intermedio. El intercooler trabaja
de una manera similar a la del radiador: el aire caliente del motor pasa por el
interior de él, mientras que el aire exterior que sopla a través, lo enfría. Este aire enfriado se canaliza a continuación en el motor.
Pequeñas cantidades de aceite lubricante de los cojinetes del turbo se
pueden pasar al intercooler donde eventualmente se acumula. Es por eso que es conveniente limpiar periódicamente el intercooler internamente.
Tuberías:
Tubos de metal y mangueras flexibles llevan aire desde el filtro de aire al
turbo. El aire pasa luego por el intercooler
antes de entrar en el motor. Cualquier fuga en la tubería entre el
filtro de aire y el turbo puede permitir la entrada de polvo que erosiona el
compresor del turbo. Las fugas en las tuberías entre el turbo
y el intercooler, y desde allí al motor, permitirán que el aire se escape y dará lugar a una pérdida de poder.
El cuidado del sistema:
Los problemas del turbocompresor son difíciles de diagnosticar y muchos turbos se
sustituyen de forma innecesaria.
Los síntomas incluyen un ruido agudo o un silbido, presencia de humo en
gases de escape y pérdida de potencia. Sin embargo, muchos
otros problemas en el motor pueden producir efectos similares.
Si el motor ha trabajado duro, por ejemplo después de una fuerte subida o
largo tiempo en carretera, no apague el
motor inmediatamente. En su lugar, deje el motor al ralentí
mientras se quita el cinturón de seguridad. Esto le da al turbo
unos segundos funcionando a carga cero, para que el aceite elimine el calor. Evite
también el uso de toda la potencia durante los primeros minutos de conducción, esto da el turbo, y a otros componentes del motor, tiempo para calentar de
manera uniforme y poco a poco, lo que minimiza el estrés térmico y mecánico.
Cuidados y mantenimiento:

Asegúrese de limpiar el intercooler, de lo contrario, residuos de aceite pueden irse hacia el motor, lo, que afecta a las válvulas y causa humo de escape.
Cambie el filtro de aire a los intervalos correctos. Cuando un filtro de aire tiene demasiado uso, bloque la entrada de aire, lo
que causa una caída en la eficiencia del motor y aumenta la probabilidad de que
aire sin filtrar sea aspirado.
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